El ayuno y el semiayuno son prácticas para activar la autofagia, un proceso celular que ayuda al cuerpo a eliminar las células dañadas o muertas y a regenerar tejidos sanos.
Durante el ayuno, se evita la ingesta de alimentos durante un período de tiempo prolongado, mientras que en el semiayuno se permite una ingesta reducida de calorías.
Se ha demostrado científicamente que estas prácticas pueden reducir el riesgo de enfermedades crónicas y aumentar la longevidad.
El ayuno prolongado y semiayuno han demostrado clínica y científicamente fomentar la autofagia, un proceso celular que ayuda a limpiar y eliminar componentes celulares dañados o no deseados, células enfermas o cancerosas, previniendo enfermedades neurodegenerativas y otros trastornos. También mejora la sensibilidad a la insulina, lo que puede prevenir la diabetes tipo 2 y conduce a una pérdida significativa de peso, principalmente de grasa corporal. El ayuno reduce la inflamación sistémica, el síndrome de intestino irritable y permeable, disbiosis y fomenta un microbioma equilibrado. Estimula la producción de la hormona del crecimiento, lo que puede tener efectos positivos en la salud ósea, muscular y metabólica. El ayuno también tiene efectos positivos en la neuroplasticidad al aumentar la formación de nuevas células cerebrales, mejorar la memoria y aumentar la producción de proteínas relacionadas con la neuroplasticidad, como BDNF y CREB. Durante el ayuno, el cuerpo experimenta cambios metabólicos que pueden conducir a una mayor producción de células inmunológicas y a una disminución de la inflamación, aumentando la regeneración de células madre hematopoyéticas y la producción de células T reguladoras, lo que ayuda a prevenir la autoinmunidad y la inflamación crónica.
